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Editorial: Por el matrimonio igualitario

Editorial: Por el matrimonio igualitario

Australia dijo que sí.

Costa Rica también debería de hacerlo.

Revise su privilegio católico

Imagínese haber nacido en el seno de una familia practicante de una fe "X", cuya teología fundamental está descrita en un libro "Y".

Como muchos textos religiosos, el libro "Y" recopila una serie de enseñanzas, relatos de profetas y doctrinas, siendo al mismo tiempo parte de la historia del ser humano y documento de la literatura mundial.

Tal vez, en su niñez, usted no tendría criterio, motivo o razones para cuestionar una tradición familiar.

Pero al crecer se daría cuenta, que en el país en el que usted vive, existen otras familias, muy parecidas a la suya, que practican otra fe.

De hecho, muchas otras, con diferentes textos, creencias, códigos de ética y rituales periódicos. Además, se percataría que muchas de estas religiones poseen organizaciones administrativas como la suya, y también practican la caridad en un sinnúmero de formas. Estas obras son financiadas por las contribuciones voluntarias de sus miembros, simpatizantes y feligreses.

Ahora recuerde que en el país en el que usted vive, el Estado mantiene que, de todas las religiones, sólo existe una fe "oficial" en la constitución. Esto es un privilegio constitucional que supone una fuente de financiamiento para la religión católica en Costa Rica, impuesto a todo ciudadano y ciudadana de la república.

¿Le parece justo que esto sea así, sabiendo que no todos los ciudadanos y ciudadanas la practican o tienen afinidad por ella?

Yo estoy en desacuerdo. Pero ésa es la realidad en Costa Rica.

El Estado confesional hace que a personas o familias que generalmente no "calzan" con el modelo católico tradicional de unidad familiar, identidad y orientación sexual, se les haga sentir que no pertenecen al país de la misma forma que otros y otras.

Pero la realidad es que nadie más que cada persona debe descubrir lo que es honesto en su corazón sobre cómo se define y quiénes le generan atracción. Las organizaciones religiosas bien pueden definir prácticas en sus espacios designados y respetados, pero no deberían de dominar una ley pareja para toda la ciudadanía y partiendo del dogma teológico de una sola fe, más aún cuando existen la pluralidad de credos, la libertad de culto e inclusive el derecho a cuestionar y no creer del todo.

Religión de las personas en Costa Rica - Noviembre 2016.

Fuente: Encuesta de opinión CIEP-Semanario Universidad-ECP de noviembre 2016.

Fuente URL CIEP.

Si alrededor de un 70% de costarricenses se identifican como católicos y el Estado costarricense decide subsidiar a una organización religiosa, cabe preguntar: ¿debería de recibir el 100% del presupuesto de éste rubro designado?

Suena casi como una prosopopeya decir que un estado "tenga una religión" o sea confesional. Un Estado no es más que una ficción legal. Es decir, no tiene una "conciencia" y no se "preocupa" de asuntos humanos como la mortalidad o el enriquecimiento espiritual.

El Estado no es un ser humano.

No obstante, según una encuesta del CIEP publicada a inicios del 2017, un 60.3% de los costarricenses dijeron estar a favor de mantener la confesionalidad del estado.

Posiciones sobre el estado confesional. Noviembre 2016

Fuente: Gráfico 5 de Encuesta CIEP

Fuente URL CIEP.

Correspondiente a esta inclinación conservadora, un 59% de encuestados dijeron estar en desacuerdo con la legalización del matrimonio para personas del mismo sexo.

Costa Rica: Aprobación al reconocimiento a parejas formadas por personas del mismo sexo. Noviembre 2016.

Fuente: Gráfico 9 de Encuesta CIEP - Enero 2017

Fuente URL CIEP.

Punto de vista

Al nacer, yo fui bautizado en la Iglesia Católica y en mi adolescencia fui confirmado. El sermón del monte todavía me llega al corazón. Jesús sigue siendo uno de mis héroes, tanto el profeta como el hombre histórico (analizado por el teólogo e historiador, Reza Aslan, en su magnífico libro "Zealot: The Life and Times of Jesus of Nazareth").

Confieso también con toda seguridad, que si a mí me da un infarto el día de mañana, seguramente tendré una ceremonia donde se leerá la sabiduría del Rey Salomón escrita en Eclesiastés 3 y mi cuerpo será dirigido a una tumba ya marcada en la provincia de Heredia, 300 metros al oeste del río Virilla, en Jardines del Recuerdo.

Por lo tanto, es desde esta perspectiva de "privilegio católico por nacimiento" (hombre blanco y heterosexual) que escribo estas líneas, en lo que espero sea un intento de solidaridad con mis hermanos y hermanas conciudadanos y conciudadanas que a veces no sienten que "pertenezcan" a esta república, apartados por idiosincrasias fundamentadas en tradiciones que merecen ser revisadas.

Admiro la honorabilidad del Papa Juan Pablo II y doy por bienvenida la transición del retirado Papa Benedicto XVI al nuevo Papa Francisco (que ha tomado una postura firme ante el cambio climático) y me abruma la valentía y sacrificios hechos por practicantes del cristianismo, tan recientes como Óscar Romero (y otros exponentes de la "Teología de la liberación" así como de la democracia cristiana y el socialcristianismo en Costa Rica). Pero hoy por hoy, me declaro agnóstico con una especie de esperanza en un "Creador", aún no satisfactoriamente definida, dado que mi búsqueda personal y privada no ha terminado.

Al decir agnóstico, digo "no lo sé", a diferencia de un ateo que afirma, en toda su libertad de expresión y opinión, un "no" definitivo. Con decir un "no sé", no quiero ser malentendido como un vagabundo de las escrituras o persona sin real compromiso, que ni siquiera puede tomar partida ante su identidad cultural y religiosa. No soy perezoso de leer las escrituras y rechazo ser tachado como "hombre de poca fe".

Al contrario, le recomiendo al lector leer varios textos fundamentales de las diferentes religiones, con la esperanza de que esta actividad intelectual enriquezca su perspectiva espiritual y mundial, con el propósito de desarrollar un pensamiento más crítico en el tema de religión comparativa.

Pero más importante aún, recomiendo esto con el propósito de desarrollar, en la mente del lector, un pensamiento más abierto y tolerante basado en la historia documentada y la literatura mundial.

De manera que a pesar de que hay muchas figuras que admirar y muchas teologías que considerar, esto no es suficiente, creo yo, para justificar la permanencia de leyes cuya única defensa es derivarse de una tradición religiosa.

Una mejor tradición

En Inglaterra, no fue hasta hace poco que gracias al gobierno de coalición (2010-2015) que formó el líder del partido conservador, David Cameron, con el líder de los Demócratas liberales (Liberal Democrats), Nick Clegg, que se aprobó el “equal marriage” en el parlamento británico.

Esto a pesar de que en Inglaterra, la figura de Jefe de Estado (en este momento la Reina Isabel II de 91 años) es a la vez jefe de la Church of England ("C of E"). Esta unión de la corona con la iglesia viene desde la fundación de la "C of E" gracias a Enrique VIII (Henry VIII).

Al independizarse las 13 colonias que se convertirían en los Estados Unidos de América, se rechazó tanto la idea de la monarquía como la de un estado confesional.

Véase la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 y las primeras diez enmiendas a la constitución (el "Bill of Rights" o Carta de derechos) ratificadas el 15 de diciembre de 1791.

A continuación se presenta un comparativo del Artículo 75 de la Constitución Política de la República de Costa Rica y la primer enmienda del "Bill of Rights" (Carta de derechos) redactada por los padres de la patria de los Estados Unidos de América.

Me valgo de la edición bilingüe de la Constitución de la República de Costa Rica, publicada en 1999 por la Comisión Nacional para el Mejoramiento de la Administración de la Justicia (CONAMAJ) para hacer un contraste con el texto en inglés de los fundadores de los Estados Unidos de América. 

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Dice así el Artículo primero del Bill of Rights, traducido al español por el sitio web oficial Archives.gov:

"El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios."

Compárelo con lo siguiente:

"La Religión Católica, apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres."

En Estados Unidos, creo yo, existe una mejor tradición, como diría el periodista y escritor Christopher Hitchens. Puesto que cuando las 13 colonias se independizaron de Inglaterra, rechazando la autoridad feudal y eclesiástica del rey Jorge III (King George III), los fundadores establecieron que el nuevo gobierno federal no iba a continuar la tradición de la “madre patria” mediante un Estado confesional o algún tipo de monarquía.

El Bill of Rights surgió en parte por un debate entre federalistas y anti-federalistas, con tal de garantizarle cierta independencia a los estados y evitar un poder centralizado por parte del gobierno federal. Es a partir de ese debate que se estableció que el congreso no iba a hacer ley que declarara religión oficial, ni limitar el derecho de las personas de practicar la fe que deseen.

Siglos después, el 26 de junio del 2015, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, de alguna forma, confirmó (en un voto de 5 a 4) la versión de los fundadores, al decidir que la constitución garantiza el derecho al matrimonio a parejas del mismo sexo luego de que el caso de Obergefell v. Hodges fuera estudiado por el máximo organismo judicial del país.

Por la "familia”

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El "orgullo" gay es necesario porque combate la vergüenza. La idiosincrasia de los pueblos es cambiante, y enhorabuena, cada vez es más mal visto humillar a una persona por su identidad o por su orientación sexual. 

No hay una talla única para lo que es la unidad familiar, por lo que la comunidad LGBTQ+ no representa una amenaza. Al contrario, ellos y ellas tienen los mismos deseos y aspiraciones de procrear o adoptar que poseen las "tradicionales" parejas heterosexuales. 

De igual manera no creo que existe autoridad sobre la tierra que le permita a una persona declarar que uno o una de sus semejantes esté viviendo en “pecado mortal”. Los asuntos de fe ya son muy complejos en la consciencia de las personas como para emitir juicios públicos en donde hasta se traicionan enseñanzas religiosas sobre el juicio y el perdón.

El mensaje de la legalidad del matrimonio igualitario viene a confirmar este punto. Es decir, que las personas tienen los mismos derechos, independientemente de su género u orientación. Quizás algunos conservadores lo ven como una amenaza a "la familia", pero es sólo porque no es la versión de familia que quisieran recetarle a toda la población por igual.

No hace mucho tiempo en Costa Rica, el divorcio era una práctica desdeñada y muy mal vista por la idiosincrasia nacional. Afortunadamente, las actitudes han cambiado, dando a entender que las personas tienen el derecho de terminar su unión legal si en vez de fortalecer un núcleo de apoyo sentimental, emocional y financiero, se ha convertido en fuente de infelicidad, incompatibilidad y miseria.

¿Acaso una familia formada en base a una pareja heterosexual siempre va a ser perfecta?

La respuesta es que no. Como bien sabrán muchos lectores por experiencia propia, y también por ser hijos, hijas, esposos y esposas: el matrimonio requiere de una lucha constante, paciencia, esperanza y sobretodo, mucho trabajo para que funcione. Aquellos que por "A" o por "B" o por "A hasta la Z" están convencidos que lo mejor es terminar la unión, les pregunto: ¿de verdad creen que esta institución debería ser un privilegio inaccesible para algunos de sus hermanos y hermanas ciudadanos y ciudadanas?

Las familias modernas no pueden ser obligadas a vivir vidas del pasado. Cada vez más se posterga la decisión del matrimonio (si es que se da); cada vez más se posterga la decisión entre parejas de tener hijos o adoptar, y cada vez más se entiende que las condiciones económicas son importantes en la planificación familiar. Bajo estándares europeos y en buena parte de Occidente, tener dos hijos “ya es mucho”.

Los factores que han contribuido a este cambio en pensamiento no deberían ser sorpresa para nadie. La pareja que decida formar una familia bien sabe que quiere darle a la nueva generación que tiene a cargo una mejor calidad de vida que la anterior. En un contexto en donde la desigualdad de riqueza se ha disparado, incluso entre las clases "medias altas" y las "super altas", es razonable que las decisiones financieras de un núcleo familiar no vean otra salida que pensar en plazos más largos.

Las costumbres que nuestros antepasados tomaron por un hecho están siendo transformadas por la extensión de la libertad individual y civil. ¿No es esa la libertad que le desearíamos a nuestros y nuestras hijos e hijas, tanto biológicos como adoptados, independientemente de la orientación sexual de la pareja?

Recordemos que no hace mucho, la mujer era propiedad de su padre, para luego ser transferida a ser propiedad de un futuro esposo a través de la legalidad del matrimonio. Quizás las generaciones anteriores aceptaban este tipo de normas sociales y tradicionales como escritas en piedra, en un contexto donde cualquier resistencia era censurada por las normas hegemónicas de su momento.

Pero el momento ha cambiado y el debate, afortunadamente, se ha expandido.

¿Hay alguien que se oponga a ésta unión?

El periodista y ex corresponsal extranjero del New York Times, Chris Hedges (que también estuvo en el grupo ganador de los premios Pulitzer) compartió la memoria del último sermón que dio su padre como predicador presbiteriano, en el cual dijo que si dos personas juraban amarse para siempre y decidir declararse en una santa unión, entonces que él no podía oponerse. Hedges recuenta que ese evento lo marcó a él de por vida y por eso siempre admiró a su padre, que luego fue apartado por su postura.

La Iglesia Católica podría aprender de su "hermana", la Iglesia Anglicana, que dio su bendición a uniones del mismo sexo sin carácter oficial a mediados de los años 2000 y con mucha resistencia dentro de la misma organización; en Estados Unidos, los arzobispos de la Iglesia Episcopal autorizaron a su clérigo celebrar bodas de parejas del mismo sexo el primero de noviembre del 2015.

Hablemos de sexo

Me atrevo a decir, que en este planeta, quizás no haya nada más poderoso que la conexión humana.

No estoy hablando de cables, corrientes eléctricas o tecnología que se jacta de "conectar" a la gente. Estoy hablando de cuando se juntan dos cerebros, dos cuerpos, dos corazones. Recordemos que todo placer está en el cerebro. Y cuando digo "placer" no sólo hablo del placer sexual. Hablo sobretodo de la comunicación humana a través de todos los sentidos. Poder compartir miedos, temores, angustias, debilidades, rencores, falencias; para ser escuchados, entendidos y amados.

Puede que algunos reduzcan esta "mística" a "química", pero pienso que no existe estímulo o fármaco alguno que logre sustituir el sentimiento que produce el amor. Ese sentimiento indefinible más que por una experiencia compartida, sentida y vivida; cuya ausencia en el corazón de las personas haría que nuestra existencia mortal en este mundo careciera de significado. 

Parte de la atracción es indudablemente física, y cada uno de nosotros tiene el derecho de sentirse "bello" o "bella" en el cuerpo que nos ha tocado para ser testigos de este mundo. Pero el fenómeno de la atracción, a través de calidades humanas como el sentido del humor, el encanto, el respeto y la capacidad de escuchar, es lo que logra soportar el peso del tiempo. No así la belleza física, decidida a deteriorarse y convertirse en polvo una vez que se nos acaba el tiempo.

La identidad y la orientación sexual son asuntos individuales, para ser experimentados de forma honesta con uno mismo. No se nos puede exigir ser algo que no somos, menos a petición de una agrupación religiosa.

#TransIsBeautiful

Este lunes 20 de noviembre se conmemora el Transgender Remembrance Day, día reconocido internacionalmente para hacer conciencia sobre la violencia que ha sufrido la comunidad que se identifica como trans.

Hace poco el Los Angeles Times destacó la noticia que en lo que va del año, han habido 26 víctimas de homicidios identificadas como transgénero o género no conforme.

Pero por otra parte, las actitudes culturales con respecto a la comunidad trans también están cambiando a su favor. Países como Alemania y Estados Unidos tienen compañías aseguradoras que cubren tratamientos hormonales para personas que viven disforia de género, e incluso, y si así lo desea la persona, cirugías de carácter no-invasivo o bien de cambio de sexo. Hago énfasis en "si así lo desea la persona" puesto que no todas las transiciones se viven por igual.

En una sociedad constantemente estimulada visualmente y con revistas que celebran la belleza física, resulta importante destacar que recientemente han habido cambios en tornos a las actitudes sobre el "género".

El año pasado, la revista Men's Health, reconocida por sus portadas híper masculinas, incluyó por primera vez en la portada a Benjamin Melzer, persona que se identifica como hombre trans para su edición en Alemania.

Por otra parte, la revista Playboy, reconocida por sus desnudos femeninos, escogió a la modelo Ines Rau como la primer trans mujer playmate para su portada en la edición de noviembre de este año.

Una forma de amor

Si bien la carrera del padre del periodista Chris Hedges terminó temprano, su acto de valentía no ha sido en vano. Son múltiples actos de valentía los que lograron el cambio por los derechos de la mujer.

Es decir, no sucedió de la noche a la mañana y no fue sin sacrificios. Al observar el lazo histórico en la lucha por los derechos civiles, esto es cierto para prácticamente todas la minorías, que de alguna manera, todavía sufren de la opresión de un conservadurismo cuyo poder parece desvanecer cuando se le ilumina con la luz de la razón.

El matrimonio igualitario no le quita a las demás personas su capacidad de seguir sus creencias, vivir su vida y formar las familias que anhelan. Si existe un grupo de personas que se siente incómodo al explicar por qué existen distintas identidades e inclinaciones sexuales, esto no es un argumento suficiente para invalidar la presencia de otros seres humanos o sus derechos ante la ley.

Tampoco se puede negar el apoyo psicológico y emocional a nuestros amigos y amigas cuando deciden confiar en nosotros algo tan íntimo como su sexualidad, o vivir una experiencia tan difícil como una transición. No se puede apurar a una persona a declararse públicamente hasta que no se sienta segura de sí misma, o de que el ambiente que le rodea no sea reaccionario y hostíl.

Tal vez algún día habrá un costarricense oficializando una boda entre parejas de mismo sexo, como lo hizo el vicepresidente estadounidense Joe Biden el primero de agosto del 2016, enviando así un mensaje a la población de que ésta es la nueva normalidad.

Termino nuevamente con Hitchens, parafraseando una de sus últimas líneas en el debate organizado por el grupo "Intelligence²" que tuvo con el arzobispo católico John Onaiyekan y la parlamentaria conservadora Ann Widdecombe.

Haciendo uso de su primera intervención y con su amigo, el actor y escritor Stephen Fry, sentado a su derecha, Hitchens tomó el podio para decir que la homosexualidad no es solamente una forma de sexo. 

Es una forma de amor y como tal, merece nuestro respeto.

#LoveWins


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