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Yo digo "Miedo"

Yo digo "Miedo"

Odio los libros de terror y también las películas de miedo.

Nunca, que recuerde, he pagado una entrada al cine para sentarme, sufrir y ser aterrorizado. Si las tengo que ver, será en una pantalla pequeña y de día.

Soy demasiado sensible para estas cosas y simplemente no entiendo como las personas disfrutan de esto, pero lo respeto. Allá ustedes los fans de películas sobre exorcismos, profecías y juegos macabros.

La buena literatura y el buen cine se vuelven “una realidad” en mi mente cuando los disfruto. Claro, siempre y cuando mis sentidos logren ser atraídos por la verosimilitud del relato. Después de todo, no es verdad, es ficción. Son "de mentiras".

Pero por un momento, el universo de Star Wars se vuelve real. Apenas aparecen esas letras amarillas gigantes en la pantalla, en sincronía con una bombástica orquestación introductoria de John Williams, yo ya siento que estoy en el espacio exterior. Lo mismo ocurre cuando contemplo el mapa del ”El señor de los anillos” para seguir la ruta de los hobbits en la Tierra Media y al poner atención a la correcta pronunciación de los hechizos en la escuela de magia de “Harry Potter”.

De manera que si lo que busco son emociones en la pantalla: ¿Para qué demonios (y tanto en la literatura como en el cine han aparecido muchos pintados o proyectados) voy a querer buscar fantasmagorías? ¿Desagrados? ¿Amarguras? ¿Violencias? ¿Ascos?

No me vayan a decir que las historias de miedo están diseñadas para producir mariposas en el estómago.

“Todo miedo esconde un deseo”

La cita es del dramaturgo americano y ganador del premio Pulitzer, David Mamet.

Argumento que la relevancia al caso proviene del hecho que muchos de los protagonistas de éstas historias de miedo avanzan, al menos aparentemente, guiados por su propia voluntad. Después de todo, pareciera que siempre tienen alguna oportunidad para olvidar su búsqueda, dejar botada su investigación y no seguir en el camino hacia la oscuridad.

De ahí vienen los momentos en que el público o el lector piensa cosas como: “No sigas, que sólo te vendrán desgracias. No abras la puerta. No bajes las escaleras. No lo toques. No lo hagas.” Pero por arte de dramaturgia, pareciera que tanto el protagonista como nosotros, queremos que siga. Queremos una resolución.

Agrego que no es casual que varios de los protagonistas de estas historias sean detectives, arqueólogos, periodistas o investigadores de algún tipo.

¿Será cierto entonces lo que dice Mamet? ¿Será que todos nuestros miedos esconden algún deseo? 

Pulp Fiction

“Miedo” fue escrito en 1940 por L. Ron Hubbard. Muchos lo conocerán como el escritor del libro de autoayuda “Dianética” en 1950 y por haber desarrollado la teología de Scientology. Sin embargo, por ahora nos centraremos en su carrera como escritor de ficción popular que ocurrió entre los años 30s y 40s.

Hubbard fue un escritor muy prolífico. Actualmente, sostiene el récord Guinness en la categoría de mayor cantidad de trabajos publicados por un autor. Según la página de Guinness, cuenta con un total de 1,084 títulos a su nombre contados desde su primer trabajo publicado en Febrero de 1934. 

No me considero un experto en la obra literaria de Hubbard. Pero basta con ubicarse en la era de los pulp fiction de los Estados Unidos para tener una idea del tono y estilo de redacción.

Algunos mirarán con desdeño este tipo de escrituras pulp (llamados así por el material barato en que eran impresos) y posiblemente ni siquiera las consideren como tal. Yo estoy en desacuerdo (así como defiendo las novelas gráficas y los cómics) pero desde luego y como siempre, los invito al debate.

Me valgo de los argumentos que hace Arturo Pérez-Reverte, periodista y escritor miembro de la Real Academia Española (autor de “El capitán Alatriste", entre otras) a través de uno de sus personajes en su libro titulado “El club Dumas”. El libro de Pérez-Reverte también tiene un fuerte componente de demonologia especulativa, pero más sobre eso, tal vez, en otra ocasión.

A resumidas cuentas, se dice que se requiere de cierto talento excepcional para lograr enganchar a millones de lectores apelando a sus deseos de escapismo, suspenso, aventura e intriga. Algo de verdad tienen éste enunciado y creo que aplica para la época dorada de los pulp fiction en Estados Unidos.

Los años 30s y 40s en Estados Unidos fueron seminales en despertar la curiosidad de miles de lectores con un gran apetito por historias llenas de imaginación. Puede que éstas no sean consideradas como el "canon" de buena literatura, pero su influencia en la cultura popular es innegable.

Se escribieron historias policiacas, de espadachines, aventuras, misterio y algunas repletas de elementos sobrenaturales. De todas estas categorías, posiblemente el género de la ciencia ficción, más que cualquier otro, logró penetrar la cultura "mainstream" a través de los pulp. En un periodo que no sólo fue clave para las historias de Hubbard, así lo fue también para otros autores americanos como Isaac Asimov, H.P. Lovecraft, Robert A. Heinlein y Ray Bradbury. 

Fear (1940)  

Hubbard prácticamente exploró casi todos los géneros de ficción popular de su momento. Escribió historias de vaqueros, de piratas, de guerra, del lejano oriente, de fantasía, de ciencia ficción y algunos de misterio y suspenso.

Una de las historias que tuvo mejor recepción fue “Fear” o “Miedo”. La historia apareció publicada en Julio de 1940 en la revista "Unkown" editada por John W. Campbell.

La historia es un thriller psicológico doloroso. Es la de un profesor universitario de etnología llamado James Lowry que es despedido luego de publicar un artículo que provoca el desagrado del decano de la universidad.

El artículo que causa el despido de Lowry tiene algo que ver con desmentir la existencia de espíritus y los efectos que éstos supuestamente tienen sobre la mente del hombre. Resignado por éste acontecimiento y además afligido por un leve caso de malaria que contrajo en su último viaje como etnólogo, decide buscar consuelo visitando a su viejo amigo y vecino Tommy Williams. Al dialogar las penas con su amigo que le ofrece una taza de café, no logra encontrar el consuelo que buscaba y procede entonces a dirigirse a su casa en busca de la compañía de su esposa, Mary.

Sin embargo, al terminar la visita, Lowry se percata, de manera inexplicable, que han pasado cuatro horas y ha perdido su sombrero. Es allí cuando comienza la fantasmagoría.

No tomen esta “recomendación” de mí propiamente. A continuación les comparto tres blurbs que aparecen en la contraportada de una de las ediciones de “Fear”, que me he tomado la libertad de traducir:

"No esperes a una noche oscura y tormentosa. Este es uno de los realmente buenos.”

-Stephen King

"De todas las historias de L. Ronald Hubbard, ésta es mi favorita."

-Isaac Asimov

"¡Un verdadero susto!"

-Ray Bradbury

Phantasmagoria

Al revisar la definición de "fantasmagoría" (viene del francés phantasmagorie) de la RAE (Real Academia Española), ésta la define como una "ilusión de los sentidos o figuración vana de la inteligencia, desprovista de todo fundamento".

Si bien éstas ilusiones de los sentidos pueden estar desprovistas de todo fundamento, las fantasmagorías sobreviven en los medios. Así lo detalla la académica Marina Warner en su libro “Phantasmagoria: Spirit Visions, Metaphors, and Media into the Twenty-first Century”.

No puedo recomendar “Phantasmagoria” de Warner lo suficiente. Pero no espere una traducción al castellano en un millón de años. El inglés que maneja la Comandante del Orden del Imperio británico es de un nivel muy alto. O bien, si se diera una traducción (y sería bienvenida), espero que le giren un cheque bien grande a la persona que se le encomiende tarea tan titánica.

Habiendo establecido que las visiones no tienen fundamento alguno, el género de terror responde entonces con los elementos de su maquinaria. Me atrevo a decir además, que el desarrollo de éstos elementos es lo que separa al novato del veterano. Ya que al finalizar la lectura, el lector espera que sus espectativas no sean decepcionadas y el autor logre justificar algún tipo de explicación sobrenatural.

¿Será la malaria que contrajo Jim Lowry en una de sus expediciones? ¿Será que algo le ha puesto Tommy Williams a su café? ¿Será el desequilibrio psicológico y emocional de haber sido despedido que está fastidiando con sus sentidos? 

El Payoff

Comencé ésta reflexión diciendo que odio las películas y los libros de miedo. Pero como seguro ya ha percibido el lector, más de uno me ha enganchado y he seguido hasta el final porque quiero saber que sucederá.

Creo que el deseo más grande que esconde mi miedo es el de un desenlace que no destruya todo el planteamiento inicial que el autor ha construido.

Ya que me has traído cientos de páginas tan lejos en esta calamidad: ¡Más te vale una resolución que no me decepcione! De otra forma, al fin y al cabo, es un libro y de no ser así, no lo recomendaré.

En inglés hay una palabra casi perfecta para describir esto: ¿Cuál es el payoff? Digo casi perfecta porque no sólo habla de “saldar” la deuda del planteamiento al inicio sino que es también cercana a la palabra “recompensa”. Todos queremos una recompensa al final del relato. ¿No es así?

Algunos dirán que el final era predecible. Otros fans del género seguro dirán que la historia “no da tanto miedo”.

Yo la recordaré como una historia del género chiller o thriller cuyo final enlaza los cabos del inicio y si logra justificar la fantasmagoría.

Pero no la voy a revisitar. Menos de noche. Quedan advertidos.

Happy Halloween 2017! 


Fue a través del concurso que me enteré del libro de Hubbard.

En español, he visto algunas copias viejas en Amazon. La editorial parece que está trabajando en producir una nueva traducción. Por ahora, el audiolibro de “Miedo” se puede descargar por medio de iTunes y tiene una duración aproximada de tres horas.


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